martes, 12 de agosto de 2008

La Sopa

A ella le gustaba una sopa de cebolla
que había aprendido a guisar
cuando fue a estudiar alta cocina a la universidad.

Y mientras rebanaba cebolla tras cebolla,
me gritaba desde la cocina
que le pusiera los discos de José José
que yo había llevado desde México.

Afuera, en pleno verano, la noche de Madrid
era una explosión de júbilo y de luces en las calles,
en los bares y en los almacenes.

Y era el tiempo en que a ella
todavía no le pasaba por la cabeza
darme en la madre como después lo hizo.

Así que, después de comernos la sopa,
regada convenientemente con dos buenos litros
de un Rioja exclusivo y certificado,
pasábamos a su cama para hacer el amor lentamente,
hasta que nos mudaba la piel
y la dicha llegaba en el pasmo de un solo instante,
escuchando a José José
y a mis necedades de Bach, como ella decía.

Y por ese entonces así transcurría mi vida,
¡mi pinche y despreocupada vida!

jueves, 7 de agosto de 2008

INVENCIONES -POEMA-

Tal vez la palabra
ya no tenga que ser bella.
Se necesita algo más
para cambiar las cosas.

miércoles, 6 de agosto de 2008

OAXACA

Lo que ocurre en el estado de Oaxaca, no es sino un resultado más del analfabetismo político que ha caracterizado a la actual clase dirigente del país, que llegó al poder mediante una bien tramada campaña mercadotécnica, pero, con una total ignorancia de lo que significa la política como el arte del bien gobernar.

Oaxaca, no lo olvidemos, es uno de los estados más pobres de la federación. Sus índices de desarrollo tienen grandes déficits en comparación con las demás entidades de la República. Por esa situación que se ha hecho endémica a través de los años, los oaxaqueños deberían tener una atención prioritaria de todos sus problemas por parte de los tres niveles de gobierno que se suceden uno tras otro, sin que se vea un resultado positivo de sus gestiones.

No es de extrañar entonces que, aunado a lo anterior, se sumen ahora otros ingredientes alimentados eficazmente por los conflictos postelectorales que vive el país y, por lo mismo, la señorial ciudad de Oaxaca, se vea ocupada por los maestros de la sección 22 del SNTE, y por otros diversos grupos y facciones como la APPO, que enarbolando banderas de liberación y justicia social, con la exigencia de la renuncia del gobernador constitucional del estado Ulises Ruiz Ortiz, han liquidado, casi totalmente, las actividades económicas de esa capital estatal e impuesto un virtual estado de sitio donde el orden jurídico es un cero a la izquierda, con graves consecuencias que, inclusive, ya han costado vidas humanas.

Y mientras tal acontece, el Senado de la República se hace el occiso para resolver la desaparición de poderes y el gobierno federal permanece a la expectativa, aduciendo que el conflicto oaxaqueño deberá solucionarse por la vía del diálogo, ignorando que la radicalización de las fuerzas que lo alientan y lo sostienen impedirán que así suceda porque han surgido nuevos intereses y varios de sus protagonistas no cederán en sus posiciones si no obtienen un buen dividendo de su supuesta lucha.

Por eso, es una lástima que el presidente Fox, y su secretario de Gobernación, no entiendan que la política es la ciencia del orden de la polis (ciudad, Estado) y que nada escapa a la órbita de su influencia, pues tener una vivienda digna es política; tener trabajo es política; poder mantener una familia es política; poder hablar libremente es política, ya que el arte de gobernar que es la política no es algo de lo que el hombre pueda desprenderse, porque siempre vivimos bajo formas sociales de organización que deben respetarse pues de lo contrario se caería en la anarquía.

Si el actual gobierno verdaderamente se precia de serlo, debe acometer, cuanto antes, la solución al conflicto de Oaxaca, apoyándose en el estado de derecho y, sobre todo, asumiendo con entereza la responsabilidad a que los obligan los cargos que ocupan, dejándose de frivolidades y de excusas inútiles como aquello de: "Y yo por qué".

El Sol de Acapulco
20 de octubre de 2006

LO QUE SIGUE

Una vez hecha la declaratoria formal del Trife, sobre quien será el próximo Presidente de la República, seguramente que los pronósticos y las adivinanzas que los politólogos acostumbran a formular sobre los "elegidos de los dioses" comenzarán a manifestarse en cuanto medio de comunicación existe, y es que la principal tarea a que se dedicará en las próximas semanas el nuevo primer mandatario del país, será a conformar su equipo de trabajo con los hombres que él considere ajustados a los planteamientos y promesas que le hizo al pueblo durante su campaña.

Confiando en su inteligencia y en el conocimiento que tenga sobre la realidad de México, pensamos que el futuro Presidente está curado de individualismo y no se considera, por sí mismo, la solución de todos los problemas que viene arrastrando nuestra Patria.

Vivimos el tiempo de las organizaciones humanas que, entre más preparadas, mejor pueden dar una respuesta eficaz a los conflictos que se les enfrenten.

El hombre orquesta, el todólogo; son ya una cosa del pasado. Tan complicada se ha vuelto la tarea administrativa, la empresa de gobernar a una nación con eficiencia, que ahora son indispensables múltiples especialistas en cada rama de las que integran la cosa pública.

Al respecto, recordemos a Max Weber, el ilustre pensador alemán, quien al escribir su célebre análisis sobre la burocracia, habló del "principio de la idoneidad", consistente en colocar en los cargos públicos precisamente a los hombres más convenientes según su capacidad y especialidad; o sea: tener en el puesto adecuado al hombre idóneo.

En México, ya sabemos, este principio se ha visto relegado por el compadrazgo, el amiguismo y otros vicios que no garantizan el éxito ni buenos resultados.

En consecuencia, si partimos del planteamiento de Weber, concluiremos entonces que el problema de México, en cuanto a sus cuadros directivos no es de políticos ni de técnicos, ni de jóvenes o viejos, simplemente es un problema de capacidad. Que el más preparado esté en el sitio donde es necesario por el conocimiento y la experiencia que tenga sobre la materia. Sobre todo, dada la situación de conflicto que vivimos, que el gabinete esté conformados por hombres amantes de la paz y de la unidad de los mexicanos y no de confrontaciones y odios entre hermanos.

El Sol de Acapulco
18 de octubre de 2006

LA EUBOLIA

No es un animal, ni una enfermedad, ni un tecnicismo de esos que tanto se acostumbran en esta época de la globalización. No, la eubolia es una virtud tal como lo son la bondad o la nobleza y, en su significado más amplio, consiste en la discreción y reserva que debe tener una persona para no expresar sino lo indispensable y lo que conviene decir.

Azorín, el magistral escritor español, en su libro "El Político", le dedica a la eubolia todo un capítulo, relacionándola, sobre todo, con la actitud que todos los políticos deberían guardar al respecto, practicándola en todos sus actos públicos ya que el hombre reservado es aceptado siempre con consideración, interés y respeto.

En política, según Azorín, siempre gana más quien sabe callar y no dice sino lo preciso que el que deja que se desparramen sus palabras sin ton ni son y muchas veces dichas sin la más mínima reflexión, por lo que, en vez de transmitir un mensaje positivo para sus escuchas, originan dudas, confusión y desconcierto.

Y todo lo anterior viene a cuento, porque según parece, el Presidente electo Felipe Calderón, va a continuar la tónica que nos ha recetado Vicente Fox, a lo largo de su sexenio, o sea: hablar de todo nada más por hablar, como si únicamente la tarea de un gobernante fuera la de plantarse ante los micrófonos a soltar su verborrea desmedida y no existieran asuntos de Estado que merecen una atención concentrada para localizar convenientemente su resolución.

En efecto, Felipe Calderón, una vez que lo declararon Presidente electo, no ha dejado de pronunciar discursos a cuanto sitio asiste, de tal manera que, en el poco tiempo que lleva de hacerlo, sus conceptos ya son repetitivos, pasando por alto que aun cuando un tema se puede mencionar abiertamente, es mejor irlo descubriendo poco a poco para que no pierda su trascendencia y siempre tenga su debida importancia.

Al seguir el ejemplo de Vicente Fox, seguramente que pronto los mexicanos nos empezaremos a cansar de un Presidente locuaz que no hace sino repetir las promesas que tantas veces mencionó en campaña, a sabiendas de que muchas de ellas no iba a poder cumplirlas por las insuficiencias presupuestales o por los obstáculos de todo tipo que, irremediablemente, se oponen muchas veces a los propósitos de los gobernantes.

En consecuencia, ojalá que alguno de sus consejeros sepa inducirlo sobre las conveniencias de la discreción y la reserva y no caiga en la triste costumbre que tuvo su antecesor, que por no saber ser callado se metió en múltiples problemas que al final de su mandato le han acarreado tanto desprestigio.

El Sol de Acapulco
14 de octubre de 2006